Para ello, el narrador debe ser el primero en vivir y sentir el relato, e incluso, ser capaz de aportarle elementos de su cosecha personal.
Para saber contar un cuento es preciso saber escudriñar en lo escrito para lograr entenderlo, interpretar su simbolismo latente y, así, recuperar la comunicación en toda su intensidad, y plenitud, para evitar que se circunscriba a la mera transmisión oral, añadiendo toda la recreación, expresión de sentimientos, y matices que debe poseer la narración”
LAS MIL Y UNA POSIBILIDADES DE UN CUENTO
Didáctica, 6. [95-202. Editorial complutense. Madrid, 1994.