Si,
por un instante, fuéramos capaces de volver a la infancia o nos parásemos a rememorar
aquellos momentos en los que caía un globo en nuestras manos, nos veríamos
inmersos en un mundo mágico de ilusión y sorpresa, un mundo que nos permitiría
redescubrir sensaciones de suavidad, ligereza, fragilidad, dominio…