domingo, 2 de abril de 2017

Jugar: “hacer como si fuéramos …”.

Detrás de cada juego, aparentemente físico o corporal, hay una narración, un guion, un reparto de papeles, un “hacer como si fuéramos …”. Aprender jugando provoca grandes avances en el desarrollo infantil. Vigostky (1896-1934) valora el juego simbólico en grupo como una manera infantil de participar en la cultura y de crear cultura, apropiándose de símbolos, produciendo, en interacción, nuevos significados, acordando reglas, subordinándose a ellas, consiguiendo una autorregulación que no tiene en su vida real. Haciendo uso del pensamiento creativo inventan juntos situaciones imaginarias compartidas, ensayan escenarios lúdicos, crean argumentos, aceptan e inventan roles y papeles, adoptando comportamientos y situaciones que anticipan y ensayan problemas que más tarde encontrará en la vida real. Procesos complejos de pensamiento impulsan otra manera de autorepresentarse a sí mismo, a los demás, al mundo, y en la esfera imaginativa, situación imaginada, argumento inventado, muchos propósitos voluntarios, planes de vida, hacen progresar al jugador hacia comportamientos más maduros utilizando grandes posibilidades de elegir, decidir, comprometerse, entregarse al presente, y conocer las consecuencias de sus decisiones y acciones. Valora también el carácter social de las situaciones lúdicas, sus contenidos y, al parecer, los procedimientos y estrategias que sugiere el desarrollo del propio juego, provocando cambios en el comportamiento, pensamiento y voluntad infantil y determinando la evolución del desarrollo.

“Jugando, los chicos van aprendiendo a dar forma a su propia moralidad, a poner en marcha la capacidad de tomar decisiones y a hacer un proyecto de vida comprometiéndose con las decisiones tomadas y respondiendo ante el reto que se han impuesto. El juego, además, es una posibilidad para que elaboren automáticamente sus miedos, fantasías, temas imaginativos típicos de cada una de las fases por las que debe pasar para autoconstruir su propia identidad”. (Alicia Vallejo Salinas)

El juego que se sirve de los elementos reales del lugar donde se realiza y donde cada uno de los participantes asume su personalidad, es lo que podríamos calificar como el juego común del niño. Cuando a esta situación primaria le damos otro significado haciendo imaginar al niño por ejemplo que el aula es una frutería, cambiará la relación del niño con el espacio del aula, con los objetos y personas que eventualmente se encuentran allí. Con la propuesta de cambiar imaginariamente el espacio o el objeto se da el punto de partida para el juego dramático. Asumir un rol imaginario en una situación imaginaria es la característica esencial del juego dramático. En todos los niños  que juegan hay una necesidad de jugar “a otra cosa”, de jugar a otra realidad de la que están viviendo.

MUCHAS GRACIAS a Laura y a Carlos, sin su ayuda y actitud no hubiera sido posible generar esta rica experiencia de juego; por proponer un rico y didáctico escenario de aprendizaje.


Jugamos a "en mis manos tengo" y a "juntar mitades". 

Con la manipulación de las frutas y su experimentación con ellas, pretendemos identificar color, tamaño; estimular sensaciones táctiles, olfativas y térmicas; discriminar forma, peso, color y tamaño; discriminar semejanzas y diferencias de forma, color y tamaño; identificar figuras, formas, comparar elementos y distinguir proporciones como juegos preparativos para el aprendizaje aritmético



Juego sociodramático: "En la frutería".

Una forma colectiva de juego simbólico es el juego sociodramático. Se trata de facilitar al alumnado una expresión individual y colectiva, tanto oral, gestual, corporal…, y de dar la oportunidad de ir creando y decodificando lenguajes, improvisando historias, argumentos, guiones, diálogos, creando escenas. “Se plantea el juego sociodramático como una manera de aprender a jugar juntos. El juego en grupo requiere de mucha habilidad social”. (Alicia, Vallejo)