Una de las experiencias más
satisfactorias para los niños y las niñas es la creación de formas a partir de
una masa -arcilla o similar- que les permita modelar y modificar su volumen
inicial. La utilización de la arcilla favorece el trabajo espontáneo pues sus
características maleables animan al niño a hacer y deshacer sin sentirse
limitado por una materia definitiva.
Mediante la práctica del modelado
los niños y las niñas descubren que pueden elaborar formas y es todo un logro
para ellos conseguir elevarlas del plano, mantenerlas verticales y hacerlas
reconocibles para otros. Modelando, pensando en lo que se desea modelar,
experimentando con las formas, adquiriendo información sobre lo que tocan y lo
que ven, los niños y las niñas descubren que sus volúmenes modelados pueden ser
compactos y ocupar un lugar pero también pueden agujerearse, perforarse ,
vaciarse. Se desarrollan dos aspectos educativos fundamentales: la
experimentación táctil y la comprobación visual. Mediante el tacto se reconocen
propiedades como la densidad, la resistencia, la humedad, la maleabilidad, la
consistencia; y características texturales como, áspero, liso, rugoso,...
Mediante la vista se comprueban propiedades como la constancia de tamaño,
relación entre diferentes partes, constancia de las formas, diferenciación
entre formas, constancia del volumen.