El Decreto
67/2007, de 29-05-2007, por el que se establece y ordena el currículo del
segundo ciclo de la Educación infantil en la Comunidad Autónoma de CastiIla-La
Mancha, actualmente en vigor, enumera las competencias básicas que las
define como “un conjunto de conocimientos, destrezas y actitudes que son
necesarias para la realización y desarrollo personal”
Al
referirse a la competencia social, reseña que a través de ella, “se construye el
comportamiento ciudadano y democrático”.
En
cuanto a ser competentes en autonomía e iniciativa personal, deja absolutamente
claro que “la niña y el niño de cinco y seis años a medida que conoce y
controla su cuerpo, mientras actúa, se muestra seguro de su propia eficacia a la
hora de manejar útiles; de concluir las rutinas personales con mayor eficacia y
"solos"; y de abordar nuevas tareas e iniciativas asumiendo ciertos
riesgos que es capaz de controlar.
.
Al
abordar la competencia emocional en el segundo ciclo de Educación Infantil,
dice el currículo que “en el desarrollo de cada una de las acciones que la niña
y el niño realizan, en un horizonte cada vez más amplio, y en contacto con las
personas que tienen un papel determinante en su vida, construye el autoconcepto
y desarrolla la autoestima”.
Pero
si revisamos las áreas curriculares descubriremos que:
En
el área I “Conocimiento de sí mismo y autonomía personal” se precisa que hay
que potenciar la iniciativa y confianza del niño en sus propias posibilidades; la práctica de los
hábitos de higiene, alimentación, vestido, descanso y protección y a establecer
relaciones con los demás basadas en el respeto a las normas de convivencia. Para
su logro, los contenidos del área se pueden organizar en tomo a "El juego
y la actividad en la vida cotidiana".
El área II, “Conocimiento e interacción con el entorno”, es especialmente relevante el conocimiento y participación en la vida de la comunidad y la convivencia. En síntesis, en esta área se pretende favorecer en niños y niñas el proceso de descubrimiento y representación de los diferentes contextos que componen el entorno infantil, así como facilitar su inserción en ellos, de manera reflexiva y participativa. Por ello, es preciso abrir la escuela al medio, para que pueda recoger las experiencias de forma directa en un ambiente educativo que estimula la curiosidad del niño y la niña, y al que no puede estar ajeno la propia familia.