La
riqueza cultural de España se debe, en gran medida, a la confluencia de
distintas culturas coexistentes durante siglos. ¿A quien pertenece la Alhambra
o la Sinagoga del Tránsito? ¿Por qué se llama Alcázar, Alcázar de San Juan?
¿Cuántas palabras de origen árabe usamos todos los días para designar objetos,
alimentos, lugares..?
La evolución del
mundo en que vivimos nos lleva, con paso rápido, a sociedades multiculturales
integradas por personas de culturas y orígenes distintos. A nuestras aulas acuden
niños y niñas nacidos en familias de otras culturas; con todos podemos
encontrar señas de identidad común, con todos descubriremos lo que todos
tenemos de semejantes a través del uso de los multilenguajes, de tal forma que
la comunicación interpersonal sea el eje de nuestra acción. “La cultura está viva, la hacemos cada día. Nuestra historia nos
demuestra cómo lo específico no nace del aislamiento, nos acerca a una
concepción dinámica de la variedad. La cultura nace cada día del intercambio
entre las personas” (Alicia Vallejo Salinas)
La
diversidad cultural no es un obstáculo a salvar sino un enriquecimiento a
lograr.
Mounia, la mamá de Adam, ha venido al aula y nos ha
regalado con mucho esfuerzo y muchísimo cariño un cuento en español, pero también
nos enseñó un cuento escrito en árabe clásico y nos cantó una canción dedicada
a las madres en árabe coloquial marroquí o dāriŷa; escribió a
cada niño su nombre en árabe y ¡menuda sorpresa!, las letras que la mamá de
Adam escribía no las sabemos y, además, escribe al revés. Mounia nos dio a conocer algunos aspectos de la cultura
marroquí. Con estos elementos surgió una actividad de convivencia en la que,
hablar, escribir, representar, bailar y cantar nos sirvió para sentirnos
respetuosamente vinculados e hijos de este planeta que rueda por el universo
infinito. SHOKRAN