«siempre que
contamos un cuento a un niño,
sobre su alma llueve y sobre sus ojos nieva,
aunque sea agosto”
Walter Benjamin
“Para el niño
pequeño, la palabra oída ejerce una gran fascinación. La palabra y su
tonalidad, su ritmo, los trazos afectivos que teje la voz, cuando es
temperatura emocional, calma, consuelo, ternura, sensorialidad latente. El
magnetismo por el ritmo y la entonación puede desplegarse con intensidad, al
escuchar la voz de otras memorias, viejas-nuevas-voces, de rimas, retahílas,
cancioncillas, cuentos.
Podemos formular la hipótesis de que la literatura
oral es una forma básica, un modo literario esencial en la vida del niño
pequeño, porque la palabra está impregnada de afectividad…. El libro oído,
visto, tocado, olido, el desciframiento emocional-oral-sensorial, el
libro-lectura compartida con otro, le ayudarán en su contacto posterior con la
letra impresa, motivando una lectura gozosa.
Las palabras para el niño están vivas porque la
palabra nombra una realidad. La palabra que nombra, que da nombre a las cosas y
a los sentimientos, es una función del lenguaje. El cuento y la poesía oídas,
recitadas, proporcionan al niño valiosos datos sobre la lengua materna.
Reconocer las construcciones del idioma, las formas de
lo hablado, las entonaciones que dan color a la palabra, el cambio de
significaciones según los sentimientos que expresan; la emoción y el aliento de
la pausa, la diferencia entre el relato de la acción y el diálogo de los
personajes, la estructura rítmica del período sintáctico, la apoyatura de lo
sonoro, las fórmulas rimadas, todo esto le proporcionan a su memoria, el enlace
con la lengua como vehículo de expresión y comunicación.
Subraya Rodari este aspecto fundamental de lo oral:
«De sus esfuerzos para entender el
cuento forma parte el esfuerzo para entender las palabras de que está hecho,
para establecer entre ellas analogías, para realizar deducciones, extender o
restringir, precisar o corregir el campo de su significado, los límites de un sinónimo,
la esfera de la influencia de un
adjetivo. En su
"descodificación", este elemento de actividad lingüística no es secundario, sino tan
determinante como los demás”.
Es vital que el
niño escuche y comparta con otros niños esa sensación/silencio/expectación del
que escucha. Obviamente no estoy hablando de un silencio impuesto, sino de ese
especial, hondo momento en que la interioridad y la emoción aflora a los ojos,
al cuerpo. El niño que escucha lee la significación de la narración en la
entonación, en el ritmo, en el gesto del rostro y manos, por muy mesurado que
éste aparezca”.
”La aventura de oír: cuentos y memorias de
tradición oral”
Ana Pelegrín
Gracias a Belén Molina y a Belén Castellanos por traernos al aula la magia y el saber que los cuentos encierran. La larga lengua del cuento nos llevó por caminos de afectos, abrazos, calidez, de la verdad frente a la mentira... porque ¿qué contamos cuando contamos un cuento?. MUCHAS GRACIAS.
Federico Martín Nebras
"El fantasma tenía asma" y "Adivina cuanto te quiero": "El cuento
surge para calmar el miedo, para traer la luz. Por eso en Las mil y una
noches las historias se contaban 'para hacer desaparecer las
sombras", y León Felipe decía eso de: 'He visto: que los gritos de
angustia del hombre los ahogan con cuentos... Que el llanto del hombre lo
taponan con cuentos... ", recita Federico Martín
Nebras.