miércoles, 30 de noviembre de 2016

El miedo entra en la escuela.

El miedo es uno de esos hechos que se viven diariamente en la escuela y que, puesto a funcionar como trabajo efectivo, resulta útil, aglutinador y saludable para todos los niños y niñas del grupo-clase. Los niños “traen puesto" el miedo, y lo juegan, lo preguntan o lo esconden, según se les permita o no expresar lo que sienten. Nosotros optamos por aceptarlo, como se acepta el cariño, la rabia o los celos, expresiones todas ellas propias de un mundo afectivo en pleno proceso de formación.

Motivos tiene el niño, y sobrados, para justificar la aparición del miedo, porque temer a ser dañado, a dañar o a perder lo que más quiere y necesita, no sólo es mucho temer, sino hasta demasiado. Plantearse este tema en la escuela implica situarse en una postura abierta, en la que caben los afectos del niño, en la que se tiene un respeto y una consideración importantes por los sentimientos de los demás.

No se propone este tema para «aleccionar» sobre la valentía ni para memorizar un listado de los miedos reales y miedos fantásticos. Y tampoco se trata de «asustarlos», despertándoles inquietudes gratuitas, sino de, sabiendo que las tienen dentro, y que las viven de un modo individual, y muchas veces angustiante, ayudarles a que las evoquen y las hagan salir para librarse de ellas.

El juego es, es sin duda, un aliado de la infancia para recrear las situaciones que le inquietan “haciendo como si”, porque jugar es una actividad representativa, tiene significante y significado. El significante son las acciones objetivas, la conducta observable. El significado es un tema imaginativo que elabora la mente infantil. Ya nada es lo que parece. Ellos tienen razones para hacer lo que están haciendo. El juego siempre se acompaña de un alto clímax. Mientras jugamos nuestro cerebro produce endorfinas y por ende bienestar y placer, por tanto, jugando somos capaces de reelaborar lo temible para hacerlo placentero.





























martes, 29 de noviembre de 2016

Pequeño Proyecto. "La vendimia"


Planta vivaz y trepadora de la familia de las vitáceas, con tronco retorcido, vástagos muy largos, flexibles y nudosos, hojas alternas, pecioladas, grandes y partidas en cinco lóbulos puntiagudos; flores verdosas en racimos, y cuyo fruto es la uva. Originaria de Asia, se cultiva en todas las zonas templadas.

            Buscar la definición de cualquier palabra en el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española suele verse recompensado, a veces, con un texto tan frío, distante y académico. Se trata de la vid, tal vez la planta más presente en el paisaje manchego.

            Si  ahondamos más en las profundidades de los libros, descubriremos hermosas palabras como zarcillo, sarmientos, cepas, pámpana, filoxera, vendimia, fudres... La frase campesina los bueyes del agua  fue recogida por García Lorca en uno de sus poemas. Algo sustancialmente poético y parecido sucede cuando el viticultor dice que las viñas lloran o que las cepas se están llenando de mariposas, para explicar que la savia está inundando los sarmientos y que están apareciendo las pámpanas. Ejemplos hay que hablan de la perfecta integración del ser humano con su medio, del profundo conocimiento que tiene de los procesos vitales que se producen en su entorno y de la necesaria adaptación de la labor humana a estos procesos.

            Con este pequeño proyecto hemos querido aproximarnos al paisaje manchego, a la interacción del ser humano con el medio, a la utilización de máquinas y herramientas, a la belleza que se encierra entre la tierra y el esfuerzo de las personas, a la forma de festejar por la satisfacción del trabajo bien hecho. Para ello recrear en la escuela con elementos naturales, jugar, propiciar experiencias de primera mano, contar, cantar y bailar.