"...La música es una
parte indispensable de la cultura humana universal.
Aquellos que no poseen
conocimientos musicales
tienen un desarrollo intelectual imperfecto.
Sin música
no existe hombre completo integral..."
Zoltán Kodály
La música es el
arte de combinar los sonidos en el tiempo. El sonido es su materia prima. En Educación Infantil, el niño
capta los sonidos que oye a su alrededor y goza jugando con su propia voz o con
juguetes sonoros.
La audición debe ser el punto de
introducción para la formación musical. De los sonidos del entorno el oído
humano no puede evadirse pero si puede seleccionarlos a medida que los va
diferenciando. Para escuchar necesitamos centrar la
atención en unos sonidos determinados. En este momento borramos todos los otros
sonidos que no nos interesan. Buscamos el silencio, pero el alumnado de E. Infantil no entienden
el silencio, no lo quieren; pero si entienden y aman la actividad motriz, por eso, conociendo
las características e intereses del niño, hay que llevarlo hacia un universo
sonoro procurando que actúe como oyente e intérprete.
A través del canto el niño se inicia en la
interpretación de la música ya compuesta, correctamente elaborada, estructurada
con los elementos que integran el lenguaje musical. En
una canción se combinan sonidos más agudos y más graves, más largos y más
cortos, que es preciso interpretar con la intensidad más adecuada; se
interpretan frases (formadas por melodías y ritmos) que se repiten
ordenadamente conduciendo la melodía desde sus puntos iniciales a sus puntos
cadenciales. Todo ello constituye el orden y la estructura propia del lenguaje
musical. Al
cantar el niño experimenta una vivencia
estética, puesto que la canción es una pequeña o gran obra de arte cuya
interpretación y comprensión requieren móviles estéticos; cantando se aprende
música y se comprende y experimenta qué es la música. Cantar
es una actividad colectiva, que permite experimentar el calor, el apoyo, la
colaboración del grupo y la evidente necesidad de la aportación personal.
En cuanto a la educación del ritmo, es preciso también
partir de la actividad rítmica espontánea del niño, entendiendo por actividad
rítmica espontánea el conjunto de manifestaciones vitales en las que éste se
pone de manifiesto. Desde el punto de vista musical, interesa que la niña y el
niño vaya adquiriendo la capacidad de expresar sonoramente distintos ritmos y
de adaptarse a los distintos tempos que se propagan. La
expresión de los ritmos debe ser el resultado de un conjunto de experiencias
musicales vividas, de una maduración motriz, de una progresiva capacidad
espontánea de adaptación, de una práctica y dominio en la coordinación de
movimientos, y de un sentido rítmico interno. Pretendemos que la expresión del
ritmo se realice a través de juegos, danzas
y ejercicios realizados individualmente, en pequeño grupo y en gran grupo; que
a través de las actividades rítmicas se establezca una comunicación positiva
entre todos los miembros del grupo-clase de E. Infantil de 4 años.
Aunque las
posibilidades del juego instrumental
realizado por el alumnado sean modestas, éste no puede faltar en Educación
Infantil. Para la exploración del sonido todos los instrumentos son válidos
desde el principio, ya que no se trata de utilizarlos con una técnica concreta. Desde los instrumentos de
percusión elemental, no afinados, al teclado, la guitarra o la flauta, nos
sirven para explorar los instrumentos, y descubrir sus
múltiples cualidades sonoras. Experimentando libremente, niñas y niños
descubrirán las diversas maneras de tocar un instrumento, desarrollando al
mismo tiempo las destrezas motrices y manuales. Es, además, un ejercicio
excelente para educar en la medida en que se desarrolla la capacidad perceptiva
del oído, las sutiles diferencias sonoras.
Gracias a la Escuela
Municipal de Música por vuestra colaboración en esta apasionante tarea
de “enseñar
música en la escuela no de manera tortuosa, sino como un disfrute para el
alumno; inculcándole una sed por la música de calidad, una sed que le durará
para toda la vida”.
Gracias, Mónica, por sorprendernos con tu guitarra, por invitarnos a
escuchar, cantar, tocar y bailar; por ser la primera maestra de música de tu hijo
y compartirlo con los demás. Dijo Kodaly -pedagogo musical húngaro- que la educación musical de un niño “empieza
nueve meses antes de nacer”.